Denominado isla de calor urbana, el clima de las grandes ciudades es el resultado del aumento de las temperaturas en las zonas urbanas en comparación con su entorno rural.
Este fenómeno es el resultado de la modificación involuntaria del clima por las actividades humanas y del impacto del balance energético que una zona puede tener en el clima regional.
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¿Por qué hace más calor en la ciudad?
Descubierta por primera vez a principios del siglo XIX en Londres, esta isla de calor urbana se identificó mediante un análisis estadístico de las temperaturas del aire en superficie.
Por término medio, una ciudad es más cálida que el campo debido a las diferencias en las ganancias y pérdidas de energía de cada región. Varios factores pueden contribuir al calentamiento relativo de las ciudades, como las propiedades térmicas de los edificios, el calor procedente de la actividad industrial y la evaporación del agua.
El calor producido por la refrigeración de los edificios urbanos, la calefacción y el transporte (aviones, trenes, autobuses y coches) contribuye al calentamiento de las ciudades. Además, el asfalto, el ladrillo y el hormigón retienen mejor el calor que las superficies naturales.

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La evaporación del agua desempeña un papel importante en la magnitud de la isla de calor urbana. En las zonas rurales, la energía solar absorbida cerca del suelo provoca la evaporación del agua de la vegetación y el suelo. Así, el calor se reduce en cierta medida mediante el enfriamiento evaporativo durante la evapotranspiración.
¿Afecta esta isla de calor a la nubosidad?
Según un estudio basado en datos de satélite, ciudades como Londres y París parecen capaces de generar sus propias nubes. En primavera y verano, estas megaciudades están sistemáticamente más nubladas por las tardes y noches que sus vecinas rurales, debido al calor atrapado en los edificios, que provoca un movimiento que da lugar a la formación de nubes.
Por término medio, las grandes ciudades suelen tener hasta 10 % más de nubosidad que las zonas rurales circundantes.